Contemos una historia
Vivencias compartidas en un fin de semana de masterclass con Carlos Pérez Naval, el joven ganador del concurso Wildlife Photographer of the Year
El zorro y el palomar.
Desde que era un cachorro al zorro le fascinaban las palomas. Iban y venían por el cielo, fuera de su alcance, rápidas y elegantes. Ese día se acercó al palomar para observarlas de cerca, poco después del amanecer. A cierta altura descubrió un punto débil en el castillo, una ventana baja a la que podía acceder. El zorro entró en el palomar. Las palomas salieron volando y quedó atrapado. La pared interior era lisa y al saltar hacia abajo quedaba innacesible. Era una trampa. Poco después la puerta del palomar se abrió y varios seres humanos entraron. Poco después todo se volvió oscuridad.
Encontramos un zorro muerto cerca de la puerta del palomar. Era obvio que con la consolidación la pared rugosa permitía el acceso a la ventana, ahora tapada con un plástico metido a presión. Para la foto lo sacamos, y después volvimos a colocarlo. Hicimos muchas tomas con teleobjetivo, utilizando la pared de cemento como textura uniforme de fondo donde destacar la figura del zorro, que colocamos para relatar convenientemente su desafortunada historia. Se trata, por tanto, de una escena preparada con una finalidad. La posición del zorro recuerda cuando estaba vivo por ser una pose muy dinámica, con una pata en alto que refuerza la sensación de movimiento y de caminar hacia la abertura de la ventana.
En este caso la foto clave es la del zorro contra la pared, pero vamos a aportar también una imagen abierta de la localización, el palomar en el paisaje. En este caso con un momento que aporta cierta sensación de drama, con esa tormenta en ciernes. Para entrar y salir de la escena e ir mostrando detalles y planos generales se suele fotografiar escalando las focales, de forma que utilicemos diferentes rangos de focales o bien de distancias, con planos abiertos y cerrados.
Casi a la vez tras el hallazgo del zorro, Rodrigo y yo nos pusimos manos a la obra para escenificar la historia, eligiendo un lugar donde el contraste fuera uniforme, así como la textura, un lugar que resaltara al zorro y que lo vinculara con lo sucedido. Aquí noté que Carlos también se esfuerza en organizar una escena y aportar de sí mismo, con ideas y propuestas, variando las tomas tanto como pudo desde el angular hasta el teleobjetivo. Sin duda, es una gran lección, podemos participar en la escena, si bien debemos hacerlo constar cuando la publiquemos, debe quedar claro que no es una escena encontrada sino construida.
En el próximo post nos manifestaremos en contra de lo que muchos afirman: que existen reglas en el arte y que se pueden romper.